PARTE III

MERCURIO Y MEMORIA

La Confusi�n de Lenguas

La sucesi�n de eventos como es presentado en el Libro G�nesis, coloca la cat�strofe de Babel pr�xima despu�s del Diluvio.

Ten�a entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras�. Y dijeron: Vamos, edifiqu�monos una ciudad y una torre, cuya c�spide llegue al cielo�y dijo el Se�or, He aqu� el pueblo es uno, y todos �stos tienen un solo lenguaje� Ahora pues, descendamos, y confundamos all� su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compa�ero. As� el Se�or los esparci� desde all� sobre la faz de toda la tierra. (1)

Las fuentes rab�nicas explican que el prop�sito de la Torre era asegurar un resguardo para la ciudad de Babel en caso de que el Diluvio ocurriera otra vez:

Los hombres que estaban antes que nosotros, Dios los destruy� con un diluvio; si �l se airara de nuevo con nosotros y buscara destruirnos incluso con un diluvio, todos perecer�amos. Pero venid, preparemos ladrillos y los quemamos con fuego, que ellos pueden resistir las aguas y junt�ndolos con asfalto, haremos una alta torre en la cima, que alcance el cielo, para que aquello que llegue del diluvio pueda albergarnos con seguridad en la torre. (2)

Este prop�sito de los constructores tambi�n se encuentra en una cuenta de esta cat�strofe que los abor�genes de Centroam�rica transmitieron de generaci�n en generaci�n. Ixtlilxochitl, despu�s de narrar la historia del Diluvio que casi condujo al cierre de la primera edad mundial, Atonatiuh, y destruy� la mayor parte de la humanidad, describi� la cat�strofe, que acab� la segunda edad, o Ehecatonatiuh��el sol de viento.�

Y cuando despu�s los hombres se estaban multiplicando, ellos construyeron un Zacualli muy alto y fuerte, que significa �una torre muy alta� para protegerse cuando, de nuevo, el segundo mundo fuera destruido. En el momento crucial, sus idiomas fueron cambiados, y al no entenderse entre si, fueron a diferentes partes del mundo. (3)

El mismo autor tambi�n da otra versi�n de la misma cat�strofe:

Cuando hab�an pasado 1715 a�os desde el Diluvio [los hombres] fueron destruidos por un violento hurac�n (Uracan) qu� se llev� �rboles, monta�as, casas y personas, y grandes edificios, aunque muchos hombres y mujeres escaparon, especialmente aquellos que pudieron tomar refugio en cavernas y lugares donde este gran hurac�n no podr�a alcanzar. (4)

Algo similar escribi� Gomara (aprox. 1510-1560):

�El viento que ocurri� en ese tiempo era tan grande y de tal fuerza que derroc� todos los edificios y �rboles, e incluso quebr� y resquebraj� monta�as.� (5)

Muchas de las fuentes que recuentan la destrucci�n de la Torre de Babel mantienen, en cercano acuerdo con la cuenta mexicana, que la cat�strofe fue causada por un violento viento.

As�, se dice que la Sibila profetiz�:

Cuando se cumplan las amenazas del gran Dios con que amenaz� a los hombres anteriormente En la tierra Asiria construyeron una torre, Y todos eran de una lengua, y desearon subir hasta el estrellado cielo, Entonces, el Inmortal levant� un poderoso viento Y puso en ellos fuerte necesidad; Para cuando el viento tir� abajo la poderosa torre, Entonces surgi� entre la humanidad feroz disputa y odio. Un lengua fue cambiada a muchos dialectos, Y la tierra estaba llena con tribus y reyes. (6)

El Libro de J�bileo dice que �el Se�or envi� un poderoso viento contra la torre y la derroc� sobre la tierra.� (7)

La cuenta babil�nica, como es transmitida por Abydenus, dice que una vez los hombres,

�construyeron una alta torre donde ahora es Babilonia, y cuando ya estaba cerca del cielo, los dioses enviaron vientos y arruinaron el esquema entero. . . . y los hombres, habiendo hasta entonces sido todos de una sola lengua, recibieron [ahora] de los dioses muchas lenguas.� (8)

Otras cuentas dan la impresi�n que una fuerte descarga el�crica�posiblemente de una ionosfera sobrecargada�encontraron un cuerpo de contacto en la alta estructura. Seg�n una tradici�n conocida al viajero del siglo doce, Benjam�n de Tudela, �fuego cay� del cielo en medio de la torre y la rompi� en pedazos.� (9) El Tractate Sanedr�n (Liturgia) del Talmud babil�nico dice: �Una tercera parte de la torre estaba quemada, un tercio hundida [en la tierra] y un tercio estaba todav�a de pie. (10)

La historia de Torre de Babel fue encontrada en las partes m�s remotas del mundo antes de la llegada de misioneros a esos lugares, as�, antes de que la cuenta B�blica fuera conociera a los abor�genes.

Por ejemplo, en la isla de Hao, parte de las islas Puamotu (o Tuamotu) en Polynesia, los pueblos sol�an decir que despu�s de una gran inundaci�n, los hijos de Rata, que sobrevivieron, hicieron un esfuerzo por erigir un edificio por medio del cual pudieran alcanzar el cielo y ver al dios creador, Vatea (o Atea).

�Pero el dios, en c�lera, expuls� lejos a los constructores, derrib� el edificio, y cambi� su lengua, para que hablaran diversas lenguas." (11)

La pregunta de la influencia B�blica fue discutida por el folklorista:

�Ellos [los nativo de Hao] declararon que esta tradici�n ya exist�a con sus antepasados, antes de la llegada de los europeos. Yo les dejo a ellos la responsabilidad por esta declaraci�n. Todo que puedo certificar es que esta tradici�n contiene muchas palabras antiguas que hoy ya no son entendidas por los nativos.� (12)

El Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas de Quiche, narra que la lengua de todas las familias que se reunieron en Tulan fue confundida y ninguno pod�a entender el habla de los otros. (13)

La historia Kaska (india) convierte el resultado en la causa. Los indios narran que,

�vino una gran oscuridad, y vientos altos que llevaron los nav�os ac� y all�. Las personas se separaron. Algunos fueron llevados lejos. . . Mucho despu�s, cuando, en sus vagabundeos, se encontraron a personas de otro lugar, ellos hablaban lenguas diferentes, y no pod�an entenderse entre s�.� (14)

Con esta excepci�n�la historia de Kaska puede referirse a cualquier gran agitaci�n y realmente podr�a ser un efecto de migraciones a gran escala�las tradiciones de los pueblos convierten a la cat�strofe en la causa inmediata de la confusi�n de las lenguas y tambi�n de la dispersi�n.

Mientras la cuenta en G�nesis, y aquellas dadas por Abydenos y varias otras fuentes conectan la historia con un cierto lugar en Mesopotamia, otras tradiciones lo localizan en muchos diferentes pa�ses. (15) Se dice que la poblaci�n entera del mundo fue afectada. Si la naturaleza de la cat�strofe fue c�smica, el mismo acontecimiento pudo haber tenido lugar en diferentes pa�ses. En este caso, la existencia de tradiciones similares en muchas esquinas del globo, no es de ning�n provecho rastrear la migraci�n de antiguas tribus. La tradici�n �rabe convierte a Arabia del Sur en el escenario del levantamiento, seguida por la confusi�n de idiomas y migraciones. (16) Experiencias similares podr�an haber sido acontecidas por la misma causa en muchos lugares. (16)

Aparece que despu�s del Diluvio la llanura de Mesopotamia se volvi� uno de los pocos centros culturales del mundo. Otro diluvio habr�a causado la absoluta destrucci�n de la raza humana, y esto era temido, porque la memoria del Diluvio, ocurrida unos siglos antes era todav�a muy v�vida. Observaciones de los movimientos de los cuerpos celestes pueden haber proporcionado una advertencia de una nueva cat�strofe, y se construyeron grandes estructuras para refugio. Pero cuando vino el evento, las estructuras fueron agobiadas y destruidas por huracanes y poderosas descargas el�ctricas.

En el concepto rab�nico de las siete tierras, amoldado uno seg�n el otro en las sucesivas cat�strofes, la generaci�n que construy� la Torre de Babel habit� la cuarta tierra; pero contin�a a la quinta tierra donde los hombres se olvidan de su origen y hogar: (17) Aqu�llos que construyeron la Torre de Babel se les dice que olviden su lengua. Esta generaci�n se llama �los pueblos que perdieron su memoria.�

La tierra que ellos habitaron era �la quinta tierra, aquella del olvido (itur)" (18)

En las antiguas tradiciones mexicanas antiguas dicen que aquellos de que sobrevivieron la cat�strofe del �sol del viento� perdieron �su raz�n y habla.� (19)

La caracter�stica de esta cat�strofe fue su influencia sobre la capacidad mental o nem�nica de los pueblos. La descripci�n de ello, como dicho por muchas tribus y pueblos, si es que contiene rasgos aut�nticos, despierta la conjetura que la tierra sufr�a una perturbaci�n electromagn�tica, y que la raza humana experiment� algo que en condiciones modernas parece como una consecuencia de un profundo shock el�ctrico.

La aplicaci�n de corriente el�ctrica a la cabeza de un ser humano produce a menudo una p�rdida parcial de la memoria; tambi�n una p�rdida del habla puede ser inducida por la aplicaci�n de electrodos a �reas espec�ficas del cerebro. (20)


Referencias

1. G�nesis XI. 1-9.

2. Citado en Cosmas Indicopleustes, Topograf�a Cristiana (Hakluyt Society: Londres, 1897). Cf. Josephus, Las Antig�edades de los Jud�os, I. 4. 2. y Fuentes en L. Ginzberg, Las Leyendas de los Jud�os, vol. V, P�gs. 199-200. [Algunas de las Fuentes aseveran que los constructores de la Torre tem�an una conflagraci�n mundial. Cf. S. Bochart, Geograf�a Sacra, Lib. I, cap. Xiv (Lugduni Batavorum, 1707): �. . . Video quosquam asserere, illos futuri incendii metu de asylo sibi prospexisse, memores scilicet �affore iturg quo mare, quo tellus, correptaque regia coeli ardeat, et mundi moles operosa laboret.� �].

3. Don Fernando de Alvara Ixtlilxochitl, Obras Historicas (Mexico, 1891), Vol. I, P�g. 12.

4. Ibid., loc. Cit. [De manera similar, los escritos sagrados de los Burmeseos relatan que �cuando el mundo es destruido por viento� el tiento comienza a soplan y gradualmente se incrementa. Al principio solo se sube la arena y peque�as piedras; pero a la larga gira a toda velocidad por inmensas rocas y las cimas de las monta�as.� F. Buchanan, �Sobre la Religi�n y Literatura de los,� Asiatick Researches VII (1799), P�g. 244.]

5. F. L. de Gomara, Conquista de Mexico (Mexico, 1870), vol. II, P�g. 261. [La orden de las �edades solares� de los antiguos mexicanos es dada de manera diferente por diferentes autores: pero la m�s confiable de las fuentes�el C�digo Vaticano, Ixtlilxochitl, y Veytia�todos acuerdan con que Ehecatonatiuh, o �el sol de viento� era la segunda edad, siguiendo luego el �sol de agua� o Atonatiuh.]

6. Citado por Theophilus de iturgias, Para Autolycus II. Xxxi, traduc. Por M. Dods en The Ante-Nicene Fathers, Vol. II (Grand Rapids, 1962); Cf. Josephus, Antiquities I. 109-121; Bochart, Geographia Sacra I. 13; Los Or�culos de Sibila Oracles III. 97-107 en R. Charles ed., Apocrypha and Pseudepographa of the Old Testament (Oxford, 1913), Vol. I, P�gs. 380f.

7. The Book of Jubilees 10.26 in Charles ed., Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament. Cf. Tambi�n Midrash Rabba sobre el G�nesis, y Fuentes en Ginzberg, Leyendas III. 35.

8. Abydenus, citado por Cyril, Adversus Julianum Bk. I, y por Eusebius, Praeparatio Evangelica IX, 14.

9. Citado en Bochart, Geographia Sacra I. 13. Cf. M. Adler, El Itinerario de Benjam�n de Tudela (Londres, 1907).

10. Tractate Sanhedrin XI (fol. 109A) of Seder Nezikin, traduc. Por H. Freedman, ed by I. Epstein (Londres, 1935), P�g. 748. [La tradici�n que fuego del cielo destruy� la torre es tambi�n una caracter�stica de algunas cuentas meso-americanas, por Ej. La leyenda grabada por Pedro de los Rios en cuanto a la fundaci�n de la pir�mide de Cholula en Mexico. Despu�s que retrocedieron las aguas del diluvio, uno de los sobrevivientes vino a Cholula, donde comenz� a construir una gran estructura. �Era su prop�sito levatar el gran edificio antig�edad nubes, pero los dioses, ofendidos por su presunci�n, enviaron el fuego de los cielos hacia abajo, sobre la iturgia, muchos delos trabajadores perecieron, y el edificio se qued� sin terminar.� (J. G. Frazer, FolkLor en el Antiguo Testamento Vol. I [Londres, 1918]. Frazer agrega que �Se dice que en el tiempo de la conquista espa�ola, los habitantes de Cholula preservaban con gran veneraci�n un gran aerolito, el cual, seg�n ellos, era el mismo rayo-trueno que cay� sobre la pir�mide y la incendi�.� Cf. E. B. Tylor, Anahuac P�g. 277. Otra tradici�n Mexicana, registrada por Diego Dur�n en 1579 (Historia de las Indias de Nueva Espa�a y las Islas de Tierra Firme I [Mexico, 1867], P�gs. 6ff.) cuenta de gigantes que construyeron una torre que casi alcanz� los cielos, cuando fue destruida por un rayo.].

11. R. W. Williamson, Creencias religiosas y C�smicas de la Polinesia Central (Cambridge, 1933), vol. I, P�g. 94.

12. A.-C. Eugene Caillot, Mitos, leyendas y tradiciones de los polinesios (Paris, 1914), P�g. 16, n. 1. La tradici�n estaba entre aquellas recogidas por Caillot in 1912 or 1913; su publicaci�n contiene la historia en su original en el idioma de Polinesia y su traducci�n al franc�s.

13. Brasseur de Bourbourg, Histoire des nations civilises du Mexique (1857-59), vol. I, P�g. 72. [Cf. Tambi�n la tradici�n andina registrada por Pedro Sarmiento de Gamboa en su Historia de los Incas, ch. 7. Esta, al igual que otras cuentas, coloca la confusion de las lenguas despu�s del Diluvio.]

14. �Cuentos de Kaska,� recogidos por James A. Teit, Journal of American Folklore, no. 30 (1917), P�g. 442.

15. Muchas diferentes tradiciones fueron recogidas por James G. Frazer en Folk-lor en el Antiguo Testamento, (Londres, 1918), Vol. I, ch. V. Cf. H. H. Bankroft, Las Razas Nativas de los Estados del Pac�fico, Vol. V.

16. D. Reiske, De Arabum itur iturgiase, Sail Ol Arem, etc. (Leipzig, 1748). [La pregunta es si los griegos transmitieron una cuenta de los mismos eventos fue debatida por varios escritores en la antig�edad, incluyendo a Philo of Alejandr�a (De Confusione Linguarum), Cyrilo de Alejandr�a (Contra Julianum, Bk. IV) y Origen (Contra Celsum IV. 21). Estos escritores vieron un v�nculo entre la historia de la revuelta de los gigantes�los hijos de Aloeus quienes tiran a Ossa sobre Olympus y a Pelion sobre Ossa e un vano esfuerzo para alcanzar la alta morada de Zeus y hacen guerra contra los dioses�y la cuenta de la construcci�n de la torre de Babel en G�nesis XI. 3-8. La allusion m�s temprana a estos eventos est� en la Odisea de Homero (XI. 315-316); Homero le atribuye la destrucci�n de los gigantes a Apolo. Pliny N. H. II. 8. 30) y Macrobius (Saturn. I. 19. 7) identifica a Apolo con el planeta Mercurio. Apuleius escribi� (De Mundo, 336) que Mercurio y Apolo eran nombres alternos para �Stilbon,� el planeta Mercurio.

Hesiod describe la batalla con los gigantes como ina inmensa cat�strofe involucrando tanto al cielo como a la tierra.

El mar sin fronteras corr�a terriblemente por todos lados, y la tierra cruj�a fuerte: los anchos cielos eran sacudidos y iturg, y el alto Olimpo se tambaleaba en sus bases, y un pesado temblor alcanz� Tartarus. . . . el grito de ambas armadas cuando gritaban alcanzaba el estrellado cielo.

Luego Zeus ya no retuvo su fuerza. Del cielo y del Olimpo vino, girando su rayo: los rayos volaban gruesos y r�pidos de su fuerte mano, junto con el trueno y el rel�mpago, girando en tremenda llama. La tierra dadora de vida se prendi� en llamas, y el vasto bosque cruji� fuerte con fuego por todos lados. Toda la tierra herv�a, y las Corrientes del oc�ano y el mar. El vapor caliente chapoteaba alrededor de los titanes nacidos en la tierra: indecibles llamas surgieron al alto aire: el deslumbrante centellear del trueno brill�, y el rel�mpago ceg� sus ojos, por muy fuertes que fueran.

Parec�a como si la tierra y el ancho cielo arriba se juntaran; tan poderoso choque hubiera surgido si la tierra hubiese sido lanzada a su ruina, y el cielo en lo alto estuviera lanz�ndola hacia abajo.

. . . Tambi�n los vientos trajeron estruendosos terremotos y tormentas de arena, rayos, truenos y el violento rayo, que son los rayos del gran Zeus.

S�neca tambi�n se refiri� a los mismos eventos, mencionando los rayos de J�piter �por los cuales la triple masa de monta�as cay�, y una tradici�n sostiene que esta fue la primera ocasi�n en la cual J�piter us� sus rayos (Ovid, Fasti III. 438). Los paganos disputan con los Jud�os y cristianos si Mois�s tom� la historia de Homero o Homero la tom� de, pero el origen com�n de las dos cuentas fue generalmente concedido. Un temprano escritor, Eupolemus, sac� de ambas Fuentes, aseverando que �la ciudad de Babilonia hab�a sido fundada por aquellos que se salvaron del diluvio: eran gigantes, y ellos construyeron la famosa torre.� (Eusebius, Praep. Evang.) Desde el punto de vista de una cronolog�a secuencial, el v�nculo es plausible. La revuelta de los gigantes se dice que ocurri� no mucho despu�s de que Zeus hubiera tomado de Kronos el dominio del cielo, y marca el comienzo real del dominio de J�piter. Cf. Bochart, Geograf�a Sacra, I. 13.].

17. Esto se cuenta en forma aleg�rica del relato de los vagabundeos de Ad�n. El mito del Hombre (Ad�n) viajando a trav�s de las siete tierras es una transparente alegor�a de la historia f�sica y humana de la tierra. Vea Sefer Raziel; cf. Ginzberg, Leyendas I. 90ff., V. 117f.

18. Midrash Rabba acerca del G�nesis, Exodo; Ginzberg, Leyendas I. 114; Zohar Hadesh Bereshit 8�-8b, Zohar Ruth 97b, y otras fuentes en Ginzberg, Leyendas, V. 143. [En el Tractate Sasnhedrin 109� se dice que el lugar donde una vez estuvo la Torre retiene la peculiar cualidad de inducer una p�rdida total de memoria en cualquiera que pase por ella.]

19. H. H. Bankroft, Las Razas Nativas (San Francisco, 1882), vol. III, P�g. 64.

20. La terapia electro-convulsiva usada en psiquiatr�a para el tratamiento de ciertos casos mentales es administrada pasando corriente a trav�s de electrodos en la frente. Conducida a trav�s del cerebro, la descarga el�ctrica causa un per�odo de confusi�n y una subsecuente completa p�rdida de la memoria, aunque temporalmente, de los eventos inmediatos precediendo la descarga. Un n�mero de pacientes se quejan tambi�n de consecuentes perturbaciones de duraci�n m�s larga, y algunos de ellos sufren de amnesia llena de remiendos, retr�grada. Vea el art�culo por Siskind in Archivo de Psiquiatr�a Neurol�gica (Chicago, 1941), P�g. 215, 223.

Regresar al �ndice


Mercurio


Puede asumirse con una justa cantidad justa de probabilidad que el planeta que caus� las perturbaciones descritas fue el planeta Mercurio, el Hermes griego, el Nebo babil�nico.

A cada uno de los planetas se le atribuye una edad mundial, y las edades de los otros planetas�Luna, Saturno, J�piter, Venus, y Marte�son bastante bien discernibles; el dominio de Mercurio debe buscarse en una de las edades mundiales, y uno de los cataclismos mundiales, al parecer, fue aparentemente atribuido a este planeta menor. (1)

Mercurio era un dios temido, mucho antes que Marte (Nergal) se volviera uno. Como el nombre de Monte Sina� se refiere a Sin, la Luna, as�, el nombre del Monte Nebo, en Moab, donde muri� Mois�s(2) fue llamado en ese tiempo temprano, por el nombre del planeta Mercurio. M�s tarde, en los siglos sexto y s�ptimo, antes de la era presente, este dios fue muy venerado, especialmente por loa caldeos y otros pueblos de Mesopotamia, como los nombres de Nabopolassar y su hijo Nebuchadenazzar lo demuestran. (3) En tiempos m�s tempranos, Mercurio fue conocido a los sumerios como Enki. (4)

Igualmente pronunciada era la posici�n de Thoth -el planeta Mercurio-� del pante�n egipcio, que la parte teof�rica del nombre Thutmose. (5) Para los pueblos del norte, Mercurio era Odin. (6)

Es caracter�stico que en muchos textos astron�micos, Mercurio, el Hermes griego, el Nebo babil�nico, el Thoth egipcio, es retratado como el planeta-dios que ten�a en su dominio la capacidad fisiol�gica de la memoria en el hombre, (7) as� como la del habla. Seg�n Agust�n, �el habla es Mercurio.� (8)

Informaci�n directa que confirma nuestra asunci�n es proporcionada por Hyginus. Hyginus escribi� que durante muchos siglos los hombres,

�vivieron sin pueblos o leyes, hablando una sola lengua, bajo el dominio de J�piter. Pero despu�s de que Mercurio explic� las lenguas de los hombres (por lo cual �l es llamado hermeneutes,�int�rprete�, ya que Mercurio en griego se llama Hermes; �l, tambi�n, dividi� las naciones) entonces la discordia se levant� entre los mortales. . . .� (9)

Los romanos as� como los griegos retrataron a Mercurio con alas, ya sea en su tocado o en sus tobillos, (10) con un emblema, el caduceo, un bord�n con dos serpientes alrededor. La doble serpiente (el caduceo), el emblema de Mercurio, se encuentra en los ornamentos de todos los pueblos de la antig�edad; se podr�a escribir un tratado especial sobre este asunto; yo encontr� el caduceo alrededor de todo el mundo. (11) Mercurio, o Hermes de los griegos, era un mensajero de los dioses que aceleraron en su recado, enviado por J�piter. (12)

Entre los sat�lites que actualmente orbitan cada uno de los planetas gigantes son cuerpos comparables en tama�o a Mercurio, o aun m�s grandes. (13) Abraham Rockenbach, cuyo De Cometis Tractatus Novus Methodicus tuvimos la ocasi�n de citar al investigar las causas del Diluvio, incluy� en su tratado tambi�n la siguiente entrada:

En el a�o del mundo, mil novecientos y cuarenta y cuatro, doscientos ochenta y ocho a�os despu�s del Diluvio, un cometa fue visto en Egipto, de la naturaleza de Saturno, en la vecindad de El Cairo, en la constelaci�n de Capricornio, y dentro del espacio de sesenta y cinco d�as, atraves� tres signos en el cielo. Las confusiones de lenguas y dispersiones de pueblos continuaron. En este el texto, en el cap�tulo once del G�nesis se habla en m�s detalle. (14)

De los anales de la astronom�a moderna, conocemos de casos cuando un cometa, viajando en una �rbita larga fue �capturado� por el planeta J�piter, por lo que se quiere decir el cambio de una �rbita cometaria a una de corto per�odo, con el sol como enfoque de su �rbita.

Es posible reconstruir las perturbaciones planetarias de esa edad con alguna aproximaci�n. En mi comprensi�n, Mercurio es un sat�lite de J�piter, o posiblemente de Saturno. En el curso de los eventos que siguieron la interacci�n de Saturno con J�piter y su ruptura subsecuente, Mercurio fue empujado de su �rbita y dirigido al sol, por J�piter. Pudo, sin embargo, haber sido un cometa y las serpientes entrelazadas del caduceo pueden hacer memoria de la aparici�n que pudo haber tenido para los habitantes de la Tierra. En alg�n punto ocurri� un contacto entre la magnetosfera de Mercurio y la Tierra, descrita en las tradiciones de varias naciones. (15)

Que la Tierra fue alguna vez un sat�lite de un planeta gigante no es nada m�s que una conjetura; nosotros s�lo nos tratamos con esto como con una hipot�tica construcci�n, requiriendo una m�s extensa elucidaci�n. Pero con una mayor muestra de apoyo derivada de las fuentes mitol�gicas y folkl�ricas, hemos intentado demostrar, en el caso de Mercurio, que una vez fue un sat�lite de uno de los planetas gigantes y fue �dirigido� por J�piter hacia una �rbita m�s cerca al sol. (16)

La demanda es, por consiguiente, que Mercurio ha viajado en su �rbita actual durante s�lo unos cinco o seis mil a�os. Este punto de vista entra en conflicto con ambas teor�as del origen de la familia planetaria, tanto la nebular como la mareomotriz, y con la asunci�n que los planetas han ocupado las mismas �rbitas por billones de a�os.


Referencias

1. [Entre las razones que sugieren que Mercurio fue el planeta que caus� la cat�strofe de la confusi�n de lenguas es el hecho que la edad de Mercurio sigue a aquella de Saturno. En la concepci�n hind� de las edades mundiales, Satya yuga, la edad Saturniana, fue llevada a un cierre por un diluvio general. Cf. Sir William Jones, �Sobre los Dioses de Grecia, Italia e India,� Asiatick Researches I (1799), P�g. 234: �. . . El Satya, o (si nos pudi�ramos aventurar a llamarla) la edad Saturniana fue, en verdad, la edad del �diluvio general� (�nfasis en el texto). Mercurio apareci� pronto despu�s del comienzo de la pr�xima edad, la Treta yuga; y para por lo menos la �ltima parte de esta edad, los hombres vivieron bajo el auspicio de Mercurio. En la astronom�a hind� el nombre usual para el planeta Mercurio era Budha. En el Bhagavatamrita se dice que �Budha [Mercury] se volvi� visible en el a�o 1002 dele Cali yug.� Seg�n John Bentley, �el a�o1002 del Cali yug [era astron�mica] corresponde . . . con �el 179avo a�o del Treta yug de los poetas.� �iturgiases sobre las Eras y Fechas principales de los antiguos hind�s,� Investigaciones Asi�ticas V (1799), P�gs. 320f. El Bhagavatamrita describe en lenguaje m�tico la primera aparici�n de Mercurio. Vea W. Jones, �Sobre la cronolog�a de los Hind�s,� Investigaciones Asi�ticas II (1799), P�g. 122. Jones tambi�n coloc� �el antiguo Budha, o Mercurio . . . aproximadamente al principio del Treta yug.� En la erudici�n hind�, Budha, o Mercurio, se dice que se cas� con Ila, la hija de Satyavrata, el Manu del Satya yuga, en cuyos d�as ocurri� el Diluvio. Esto es solo una manera de decir que el tiempo de la importancia de Mercurio vino poco despu�s del Diluvio, la edad de Saturno, el Satya yuga.. El Matsya Puranam ed. Y traduc. Pory Jamna das itur (Delhi, 1972), ch. xi.
Entre los ep�tetos descriptivos aplicados a Mercurio en India, estaban budha��mente, esp�ritu, inteligencia,� sarvagna��sabidur�a absoluta,� shadhabhigna��el que posee iturgi las seis ciencias,� advayavadi��elocuencia, inigualable en el habla.� Vea Fr. Paulinus, iturgi Brahmanicum (Roma, 1791), P�gs. 156f. La presencia del dios podia inducer el olvido. (The Matsyapuranam XI. 61).].

2. Deuteronomio 34: 1-5; cf. Jastrow, La Religi�n de los babilonios y los asirios, P�g. 124, n. 3.

3. [Nebo era considerado como el hijo de Marduk, o J�piter. Su principal centro de culto en Babilonia era Borsippa, cuyo ziggurat, o pir�mide escalonada eraba consagrada a Nebo. En el Talmud, (iturgia XI. 109�) las ruinas de esta estructura eran consideradas ser los restos de la Torre de Babel. (Cf. Obermeyer, P�gs. 314, 327, 346). Fue sobre estas ruinas que se registra que R. Yochanan dijo �un tercio de la torre fue quemada, un tercio hundida [en la tierra], y un tercio todav�a est� de pie.� El Talmud despu�s cita que Rab dijo �La atm�sfera de la torre causa p�rdida de memoria.�

Nebo era considerado el anunciador de los dioses, que presidia sobre todos los temas pertinentes al intelecto. Cf. Jastrow, Las Religiones de Babilonia y Asiria, Vol. I, P�gs. 121, 123, 238; Cf. La oraci�n de Assurbanipal: �Para Nebo, el perfecto hijo, regulador de todas las cosas en el cielo y la tierra, aquel que sostiene las tablas de la sabidur�a, el que transporta el estilete del destino . . .� S. Langdon, Salmos iturgia and babil�nicos (Paris, 1909), P�g. 129.].

4. [�Los Sumerios cre�an que hubo un tiempo donde toda la humanidad hablaba una la misma lengua, y que fue Enki, el dios sumerio de la sabidur�a qien confundi� su habla ��as� concluy� S. N. Kramer despu�s de publicar su traducci�n de un fragmento �pico sumerio. Vea S. N. Kramer, �El �Babel de las Lenguas� :Una Versi�n Sumeria,� El Diario de la Sociedad Americana Oriental 88, P�gs. 108-111. El texto de la tablilla ese traducido por Kramer de la siguiente manera:

El universo entero, los pueblos al un�sono para Enlil en una sola lengua_ _ _ Enki _ _ _ el l�der de los dioses, dotado con sabidur�a _ _ _ cambi� el habla de sus bocas (trajo) contenci�n a ellos, Hacia el habla del hombre que (hasta entonces) hab�a sido una sola.

Cf. K. Seybold, �La Construcci�n de la Torre para Babel,� Vetus Testamentum 26 (197x), P�gs. 453-479; J. van Dijk, �La �Confusi�n de las lenguas�. Note sur le lexique et sur la morphologie d�Enmerkar, 147-155,� Orientalia 39 (1970), P�gs. 302-310; B. Alster, �Un Aspecto de �Enmerkar y el Se�or de Aratta� ,� Revue d�Assyriologie 67 (1973), P�gs. 101-109.

El Enki sumerio era el mismo Ea babil�nico; Vea, por ejemplo a M. Jastrow, Las Religiones de Babilonia y Asiria (iturgi, 1905), Vol. I, P�g. 62. El nombre Ea eraescrito con el ideograma EN.KI. Estudiantes de astronom�a babil�nica est�n bien conscientes que �por �Estrella del dios Ea� se quer�a decir Mercurio.� Ibid., Vol. II, P�g. 667, nota 2.].

5. Cf. P�G. Boylan, Thot, el Hermes de Egipto (Oxford, 1922). [Diodorus escribi� (I. 17. 3) que cuando Isis tom� el reino de Osiris, Hermes (es decir, itu) se convirti� en su jefe de consejeros. Esto significa que el planeta Mercurio era importante en ese per�odo, despu�s de que J�piter reemplaz� a Saturno como planeta dominante. Diodorus tambi�n escribi� que fue por medio del egipcio Hermes �que el lenguaje com�n de la humanidad fue primero articulado.� (I. 16. 1).

Un himno egipcio llama a Thot la deidad que �hizo diferente la lengua de un pa�s al otro.� (J. Cerny, �itu como Creador de los idiomas,� El Diario de la Arqueolog�a Egipcia 34 (1[48], P�gs. 121-122.) Otro texto dice que este dios �distingui� (o separ�) la lengua de pa�s a pa�s.� (Ibid., P�g. 121). Aun hay otros relatos, que el �distingui� la lengua de cada pa�s extranjero.� (Ibid., loc. Cit). Cerny comenta que las palabras �hechas diferentes� o �distinguidas� o �separadas� son �participios pasados," aludiendo Probablemente a alg�n mito perdido o leyenda seg�n la cual itu diferenci� las lenguas de los diferentes pa�ses. Estos ep�tetos pueden haber sido citados cmo evidencia de una paralelo egipcio a la f�bula hebrea de Yahw� y la Torre de Babel.� Cf. J. G. Griffith, De Iside et Osiride de Plutarco, P�gs. 263f. En textos egipcios, Toth fue llamado el �se�or de las divinas palabras� y �poderoso en habla�; seg�n E. A. W. Budge, �en un aspecto el es el lenguaje mismo . . . itu pod�a ense�arle a un hombre, no solo palabras de poder, sino tambi�n la manera como expresarlas. . . Las palabras, sin embargo . . . deben de ser aprendidas de itu.� itu tambi�n era conocido como el �escriba de los dioses� y �se�or de los libros.� (Los Dioses de los egipcios [Londres, 1904], vol. I, P�g. 401; cf. P�G. Boylan, itu, el Hermes de Egipto [Oxford, 1922] y B. von Turayeff, �Dos Himnos a itu,� Revista para la Lengua Egipcia 33 [1895], P�gs. 120-125).

En el di�logo Phaedrus (sect. 274-275), Plat�n presenta una historia acerca de la invenci�n de las letras por itu, y explora algunas de las implicaciones de esta nueva habilidad. �Crear� el olvido en las almas de los alumnus, porque no usar�n sus memorias; ellos confiar�n en los externos caracteres escritos y no se acordar�n de ellos mismos.� (traducc por B. Jowett)].

6. [Vea a Tacitus, Germania IX, iturgi. Por H. Mattingly (1948): �Sobre todo ellos le rend�an culto a Mercurio, y no contaban pecados para ganar sus favores en ciertos d�as, por medio de sacrificios humanos.� Odin era la cabeza del pante�n n�rdico. Matthew de Westminster (Edici�n Flores, 1601, P�g. 82) transmite un discurso que Saxon env�a a Breta�a aprox. 450 A.D.: �Deos patrios, scilicet Saturnum, Jovem atque ceteros, qui mundum gubernant, colimus, maxime autem Mercurium, quem iturg nostra Voden apellamus.���Nosotros le rendimos culto a los dioses de nuestros padres, es decir, J�piter, Saturno, y el resto de aquellos que gobiernan el mundo, pero sobre todo [le rendimos culto] a Mercurio, a quien, en nuestra lengua llamamos Voden.�

Se dijo de Odin: �El hablaba tan bien y tan suave que todos los que le escuchaban cre�an que todo lo que dec�a era verdad.��Heimskringla: Historia de los Reyes de Noruega, traduc. Por Lee M. Hollander (Austin, 1964), P�gs. 10-11. El era asociado con Hugin o �pensamiento�, y Munin o �memoria.�

Uno de los mitos acerca de Odin lo conecta con la multiplicidad de lenguas.. En el Gylfaginning, Cap. XIX, se dice que la raz�n por la cual Odin es conocido por tantos nombres diferentes es �el hecho de que hay tantas diferentes lenguas en el mundo.� ].

7. [Hermes. �El planeta Mercurio [es] la deidad que preside sobre la energ�a racional,� escribi� el fil�sofo neo-Platonista iturgia (Acerca de los Viajes de Thoth, traduc. Por Th. Taylor [Londres. 1823], P�g. 259) y Proclus, el ultimo gran representante de aquella escuela, elaborada seg�n su descripci�n de los poderes de Mercurio: �(Mercurio) expone a la luz los dones intelectuales, llena todas las cosas con razones divinas, eleva las almas al intelecto, las despierta como de un profundo sue�o . . .� (En Euclidi Elementa lib. I, par. 14; cf. Idem, In iturgia Rem Publicam, ed. Nauck, I. 255, II. 221). Proclus tambi�n describe a Hermes como �responsable de distinguir e interpreter las cosas, revocando a la memorial as Fuentes del intelecto . . .� (In Platonis Rem Publicam II. 224).

Nebo. Vea arriba, N. 3

Thoth. Un himno egipcio asigna a Thoth el control sobre los poderes mnemot�cnicos, invoc�ndolo como la deidad �que recuerda todo aquello que ha sido olvidado.� (R. Hari, Horemheb et le Reine Moutnedjemet [G�nova, 1965]).].

8. La Ciudad de Dios VII. 14. 1. [Servius llamaba a Mercurio �et orationis deus et interpres deorum� (In Vergili Aeneidem IV. 239). Arnobius (Adversus Gentes III. 32) argumentaba que Mercurio es simplemente habla y palabras intercambiadas en conversaci�n. Cf. Hippolytus, Refutatio V. 2; Clement de Alejandr�a, iturgi VI. Xv; Macrobius escribi� en su Saturnalia: �scimus autem Mercurium vocis et sermonis potentem.� Proclus, (Commentaire sur le Timee, traduc. Por Festugiere, Vol. V, P�g. 237) asever� que �la facultad del lenguaje [le corresponde a] Hermes. . . .� Cf. F. Buffiere, Les Mythes d�Homere et la Pens�e grecque (Paris, 1956), P�gs. 289ff. A scholium to Aristophanes� Plutus, Acto IV, escena I, y una para Apollonius Rhodius� Argonautica 1. 517 suministran m�s detalles acerca de la asociaci�n de Mercurio con el lenguaje.].

9. Hyginus, Fabulae, no. 143: �Phoroneus,� traduc. Por M. Grant en The Myths of Hyginus (Publicaciones de la Universidad de Kansas: Lawrence, 1960). Aqu�, a Mercurio se le hace directamente responsable de la confusi�n de lenguas. �El significado es claramente que Hermes invent� un lenguaje para un pueblo, otro para otro. Todo recuerda la cuenta de la b�blica Torre de Babel.� Ibid., P�g. 118.

10. Seg�n Servio (En Vergili Aeneidem Commentarii IV. 239) Mercurius ideo dicitur habere pennas, quia citius ab omnibus planetis in ortum suum recurrit unde et velox et errans inducitur, ut (Georgica I. 337) �quos ignis caeli Cyllenius erret in orbes.�� El caduceo era un emblema de la deidad babil�nica, Ningishzida, y una tablilla asatron�mica de Boghazkoi identifica a Ningishzida con Nebo-Mercurio (Weidner, Handbuch der babylonischen Astronomie, P�g. 61). Cf. H. Th. Bossert, Altsyrien (Tuebingen, 1951), P�g. 139, figs. 442 & 445. H. Schliemann found the caduceus at Mycenae. Antiguos C�dices Mexicanos retratan el culto de serpientes entrelazadas. Vea Lord Kingsborough, Las Antig�edades de M�xico (Londres, 1830), Vol. II, P�g. 4. Cf. H. B. Alexander, Mitolog�a Latinoamericana (Mitolog�a de todas las tazas, Vol. XI (1920), P�g. 72; cf. Tambi�n Franz Boas, Cultura Kwakiutl como est� Reflejada en la Mitolog�a, (New York, 1935), P�g. 137.

11. Homero, La Odisea VI; iturg, The Aeneid IV. 239.

12. El sat�lite de J�piter, iturgias es m�s grande que Mercurio, y la luna m�s grande de Saturno, Titan, es casi igual de grande.

13. De Cometis Tractatus Novus Methodicus (Wittenbergae, 1602), P�gs. 113f.: �Anno mundi millesimo, nongentesimo, quadragesimo iturg. Anno post diluvium, ducentesimo octuagesimo octavo, Cometa in Aegypto naturam iturgi referens, circa Alcairum, in dodecatemorio Capricorni visus est, hicque spatio sexaginta iturgi dierum, tria signa in coelo percurrit. Hunc confusiones linguarum, dissipationes iturgi in toto terrarum orbe, sunt secutae. De iturg Genes. Undecimo capite, prolixius textus dicunt.� Cf. J. Hevelius, Cometographia (1668).

14. [En Fuentes babil�nicas, los actos destructivos de Nebo est�n registrados: �El Alt�simo, furioso . . . la palabra de el. . . causa que la tierra debajo de el se estremezca, la palabra en cuya gloria el habl�. . . Aguas han inundado la ancha tierra.� S. Langdon, Liturgias Babil�nicas (Paris, 1913), P�g. 65.]

15. Cf. R. S. Harrington and T. C. van Flandern, �Una Investigaci�n Din�mica de la Conjetura que Mercurio es un Sat�lite Escapado de Venus,� Icarus 28, (1976), P�gs. 435-440.

Regresar al �ndice

Regresar a Thoth-Hermes - Ningishzidda� - Quetzalcoatl