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por�Robert Lanza del Sitio Web�DiscoverMagazine
traducci�n de
Adela Kaufmann � � �
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presenta una visi�n radicalmente nueva del universo y
todo lo que contiene.� � � � Cuanto m�s lejos miramos en el espacio, m�s nos damos cuenta de que la naturaleza del universo no puede entenderse plenamente mediante la inspecci�n de las galaxias espirales o viendo supernovas�distantes.�Se encuentra m�s profundo.�Nos involucra a nosotros mismos. � Esta visi�n entr� �en enfoque un d�a mientras uno de nosotros (Lanza) estaba caminando por el bosque. � Mirando hacia arriba, vio una enorme tela de ara�a orbe dorado atada a las ramas superiores.�All�, la criatura estaba sentada en un solo hilo, extendiendo la mano a trav�s de su telara�a para detectar las vibraciones de un insecto atrapado tratando de escapar. � La ara�a escaneaba su universo, pero m�s all� de toda esa rueda de telara�a era incomprensible.�El observador humano parec�a tan lejano a la ara�a como objetos telesc�picos nos parecen a nosotros. � Sin embargo, hab�a algo af�n: Nosotros, los humanos, tambi�n, nos encontramos en el coraz�n de una gran red de espacio y tiempo cuyos hilos est�n conectados de acuerdo a las leyes que habitan en nuestras mentes.
Identificar la naturaleza del mundo real ha obsesionado a cient�ficos y fil�sofos durante milenios. � Hace trescientos a�os, el emp�rico irland�s�George Berkeley� aport� una observaci�n particularmente clarividente: Lo �nico que podemos percibir son nuestras percepciones.�En otras palabras, la conciencia es la matriz sobre la que se aprehende el cosmos. � El color, sonido, temperatura, y similares s�lo existen como percepciones en nuestra cabeza, no como esencias absolutas.�En el m�s amplio sentido, no podemos estar seguros de un universo fuera para nada. � Durante siglos, los cient�ficos consideraron el argumento de Berkeley como un espect�culo filos�fico y continuaron construyendo modelos f�sicos basados en la hip�tesis de un universo separado "all� afuera" al cual hemos llegado, cada uno individualmente.�Estos modelos suponen la existencia de una realidad esencial que prevalece con nosotros o sin nosotros. � Sin embargo, desde la d�cada de 1920, los experimentos de�f�sica cu�ntica�rutinariamente han demostrado lo contrario: los resultados no dependen de si alguien est� observando. � Esto est� m�s v�vidamente ilustrado por el famoso experimento de la doble rendija.� � Cuando alguien ve una part�cula subat�mica o un poco de luz pasar a trav�s de las hendiduras, la part�cula se comporta como una bala, pasando a trav�s de un agujero o del otro.�Pero si nadie observa la part�cula, muestra el comportamiento de una onda que puede habitar todas las posibilidades - incluyendo de alguna manera pasar a trav�s de ambos agujeros al mismo tiempo. � Algunos de los m�s grandes f�sicos han descrito estos resultados tan confusamente que son imposibles de comprender plenamente, m�s all� del alcance de la met�fora, la visualizaci�n y el lenguaje mismo. � Pero hay otra interpretaci�n que hace sensible.�En lugar de asumir una realidad que es anterior a la vida e incluso la crea, se propone�una imagen bioc�ntrica de la realidad. � Desde este punto de vista, la vida -�sobre todo la conciencia�- crea el universo, y el universo no podr�a existir sin nosotros. � � � � JUGANDO CON LA LUZ
� Pero tambi�n hace que algunos de los argumentos m�s persuasivos, que la percepci�n consciente es integral para el funcionamiento del universo.�La teor�a cu�ntica�nos dice que un peque�o objeto no observado (por ejemplo, un electr�n o un fot�n - una part�cula de luz) s�lo existe en un estado borroso, imprevisible, sin un lugar bien definido o movimiento hasta el momento en que se observa.� � Este es el famoso�principio de incertidumbre de Werner Heisenberg. � Los f�sicos describen la condici�n fantasma, a�n-no-manifestada, �como una funci�n de onda, una expresi�n matem�tica utilizada para calcular la probabilidad de que una part�cula aparezca en cualquier lugar determinado. � Cuando una propiedad de un electr�n cambia de pronto de posibilidad a realidad, algunos f�sicos dicen que su funci�n de onda� ha colapsado. � �Qu� logra esto colapso?�Jugar con �l.�Golpearlo con un poco de luz para tomar su imagen.�Con solo mirarlo se hace el trabajo. � Los experimentos sugieren que el mero conocimiento en la mente del experimentador es suficiente para colapsar la funci�n de onda y convertir posibilidad a la realidad.�Cuando las part�culas se crean como un par - por ejemplo, dos electrones en un solo �tomo que se mueven o giran juntos - los f�sicos lo llaman entrelazado. � Debido a su �ntima conexi�n, las part�culas entrelazadas comparten una funci�n de onda.�Cuando medimos una part�cula y, por tanto colapsar su funci�n de onda, la funci�n de la otra part�cula de onda colapsa de forma instant�nea tambi�n. � Si un fot�n se observa de tener una polarizaci�n vertical (sus ondas todas movi�ndose en un plano), el acto de observaci�n causa que el otro pase instant�neamente de ser una onda de probabilidad indefinida a un fot�n real con polaridad opuesta, horizontal - incluso si los dos fotones desde entonces se han movido lejos uno del otro. � En 1997, el f�sico la Universidad de Ginebra,�Gisin Nicolas�envi� dos fotones entrelazados increment�ndose a lo largo de fibras �pticas hasta siete kil�metros de distancia.�Un fot�n entonces golpe� un espejo de dos v�as donde tuvo una opci�n: o bien rebotar o atravesarlo.�Los detectores registraron lo que hicieron al azar. � Pero sea cual sea la acci�n que tom�, su gemela entrelazada siempre realiz� la acci�n complementaria. � La comunicaci�n entre los dos ocurri� al menos 10,000 veces m�s�r�pido que la velocidad de la luz.�Parece que las noticias cu�nticas viajan instant�neamente, sin ser limitadas por ninguna restricci�n externa - ni siquiera la velocidad de la luz. � Desde entonces, otros investigadores han duplicado y refinado el trabajo de Gisin.�Hoy en d�a nadie cuestiona la naturaleza inmediata de esta conexi�n entre los bits de luz o materia, o incluso de grupos enteros de �tomos. � Antes de estos experimentos, la mayor�a de los f�sicos cre�an en un universo objetivo e independiente.�Ellos todav�a se aferraban a la suposici�n de que los estados f�sicos existen en un sentido absoluto antes de ser medidos. � Todo esto se ha ido para siempre. � � � � LUCHANDO CON 'RICITOS DE ORO'
� Tambi�n est� la cuesti�n de ajustar el cosmos.�Muchos rasgos fundamentales, fuerzas y constantes f�sicas - como la carga del electr�n o la fuerza de gravedad - que pareciera como si todo lo relacionado con el estado f�sico del universo fuera hecho a la medida de la vida.��� � � Algunos investigadores llaman a esta revelaci�n, el�principio de Goldilocks (ricitos de oro), porque el cosmos no es "demasiado esto" o "demasiado aquello" sino�"lo necesario" para la vida. � Por el momento s�lo hay cuatro explicaciones para este misterio.�Las dos primeras nos dan poco con qu� trabajar desde una perspectiva cient�fica.�Una de ellas es simplemente argumentar a favor de una coincidencia incre�ble.�Otra es la de decir: "Dios lo hizo", lo cual no explica nada, a�n si fuera cierto. � La tercera explicaci�n invoca un concepto llamado�principio antr�pico, primero articulado por el astrof�sico de Cambridge,�Brandon Carter�en 1973. � Este principio sostiene que debemos encontrar las condiciones adecuadas para la vida en nuestro universo, porque si tal vida no existe, no estar�amos aqu� para encontrar esas condiciones.�Algunos cosm�logos han tratado de casarse con el principio antr�pico con las recientes teor�as que sugieren que nuestro universo es s�lo uno de una vasta multitud de universos, cada uno con sus propias leyes f�sicas. � A trav�s de puros n�meros, entonces, no ser�a de extra�ar que uno de estos universos tuviera las cualidades necesarias para la vida.�Pero hasta ahora no hay evidencia directa alguna para otros universos. � La �ltima opci�n es el biocentrismo, que sostiene que el universo es creado por la vida y no al rev�s. � Esto tiene una explicaci�n y la extensi�n del principio antr�pico participativo descrito por el f�sico�John Wheeler, un disc�pulo de Einstein, que es qui�n acu�� los t�rminos�agujero de gusano� y�agujero negro. � � � � BUSCANDO EL ESPACIO Y EL TIEMPO
� De acuerdo con el biocentrismo, el tiempo no existe independientemente de la vida que lo observa.�La realidad del tiempo ha sido cuestionada por una extra�a alianza de fil�sofos y f�sicos.�Los primeros sostienen que el pasado no existe m�s que como idea en la mente, que a su vez son eventos neuroel�ctricos que ocurren estrictamente en el momento presente. � Los f�sicos, por su parte, tienen en cuenta que todos sus modelos de trabajo, desde las leyes de Isaac Newton a trav�s de la mec�nica cu�ntica, en realidad no describen la�naturaleza del tiempo.� � El punto real es que no se necesita ninguna entidad real de tiempo, ni desempe�a un papel en cualquiera de sus ecuaciones.�Cuando hablan del tiempo, inevitablemente lo describen en t�rminos de cambio. � Pero el cambio no es lo mismo que el tiempo. � Para medir la posici�n precisa de cualquier cosa, en cualquier instante dado, es bloquear esa cosa en un marco est�tico de su movimiento, como en el marco de una pel�cula.�Por el contrario, tan pronto como se observe un movimiento, no se puede aislar un marco, porque el movimiento es la suma de muchos fotogramas.� � La nitidez en un par�metro induce borrosidad en el otro.�Imag�nese que usted est� viendo una pel�cula de un torneo de tiro con arco.�Un arquero dispara y la flecha vuela.�La c�mara sigue la trayectoria de la flecha del arco del arquero hacia el blanco. � De repente, el proyector se detiene en un solo fotograma de una flecha inm�vil.�Te quedas mirando la imagen de una flecha en pleno vuelo.�La pausa en la pel�cula le permite conocer la posici�n de la flecha con gran exactitud, pero ha perdido toda la informaci�n acerca de su impulso.�En ese marco no se va a ninguna parte, su trayectoria y la velocidad ya no son conocidas. � Esa falta de claridad nos lleva de nuevo al principio de incertidumbre de Heisenberg, que describe sobre c�mo, midiendo la posici�n de una part�cula subat�mica inherentemente hace borroso su momento y viceversa. � Todo esto tiene sentido desde una perspectiva bioc�ntrica. � Todo lo que percibimos est� activa y repetidamente siendo reconstruido en el interior de nuestras cabezas, en un torbellino organizado de informaci�n.�El tiempo en este sentido puede definirse como�la suma de estados espaciales que ocurren dentro de la mente. � Entonces, �qu� es real?�Si la siguiente imagen mental es diferente de la anterior, entonces es diferente, y punto.�Podemos conceder que cambie los la palabra tiempo, pero eso no quiere decir que sea una matriz realmente invisible en la que se producen cambios. � Esa es s�lo nuestra propia manera de dar sentido a las cosas.�Vemos envejecer� y� morir a nuestros seres queridos y se supone que una entidad externa llamada�tiempo�es responsable del�crimen. � Hay una intangibilidad peculiar al espacio, tambi�n.�No podemos recogerlo y llevarlo al laboratorio.�Al igual que el tiempo, el espacio no es ni f�sico ni fundamentalmente real en nuestra opini�n.�M�s bien, es un modo de interpretaci�n y comprensi�n.�Es parte de software mental de un animal que moldea las sensaciones en objetos multidimensionales. � La mayor�a de nosotros todav�a piensa como Newton, en relaci�n con el espacio como una especie de recipiente grande que no tiene paredes.�Pero nuestra noci�n del espacio es falsa. � �Contamos las formas?
� � � ABRIENDO LA JAULA
� Surge un problema s�lo porque, al tratar estas cosas como fundamentales e independientes, la ciencia toma un punto de partida totalmente err�neo para las investigaciones sobre la naturaleza de la realidad. � La mayor�a de los investigadores todav�a creen que pueden construir a partir de un lado de la naturaleza, la f�sica, sin el otro lado, los vivos. � Por inclinaci�n y entrenamiento, estos cient�ficos est�n obsesionados con descripciones matem�ticas del mundo.�Si tan s�lo, despu�s de salir del trabajo, miraran con la misma seriedad sobre un estanque y observaran los card�menes de peces peque�os subiendo a la superficie.�Los peces, patos y cormoranes, remando m�s all�, son parte de la respuesta mayor.���� � Recientes estudios cu�nticos ayudan a ilustrar lo que es una nueva ciencia bioc�ntrica. � Hace apenas unos meses, Nicolas Gisin anunci� una nueva vuelta de tuerca en su experimento de enredo, en este caso, cree que los resultados podr�an ser visibles a simple vista.�En la Universidad de Viena,�el trabajo de Anton Zeilinger con enorme mol�culas�llamadas�buckyballs�empuja la realidad cu�ntica m�s cerca del mundo macrosc�pico. � En una emocionante extensi�n de este trabajo - propuesto por�Roger Penrose,�el renombrado f�sico de Oxford - no s�lo la luz sino un peque�o espejo que refleja formar parte de un sistema cu�ntico enredado, uno que es mil millones de veces m�s grande que una bola hueca.�Si el experimento propuesto termina confirmando idea de Penrose, tambi�n confirmar�a que los efectos cu�nticos se aplican a objetos a escala humana. � El biocentrismo debe abrir las jaulas en las que se ha confinado a s� misma la ciencia occidental.�Permitir que el observador dentro de la ecuaci�n deber�a abrir nuevos enfoques para comprender la cognici�n, desde desentra�ar la naturaleza de la conciencia hasta desarrollar m�quinas pensantes que experimenten el mundo de la misma manera que nosotros lo hacemos. � El biocentrismo tambi�n debe proporcionar bases s�lidas para la resoluci�n de problemas relacionados con la f�sica cu�ntica y el Big Bang. � Aceptando espacio y tiempo como formas de percepci�n sensorial animal (es decir, como biol�gica), en lugar de como objetos f�sicos externos, ofrece una nueva manera de entender todo, desde el micromundo (por ejemplo, la raz�n de resultados extra�os en el experimento de doble rendija ) a fuerzas y leyes constantes que dan forma al universo. � Como m�nimo, deber�a ayudar a detener este tipo de esfuerzos sin salida esfuerzos como�la teor�a de las cuerdas�. � Por encima de todo, el biocentrismo ofrece una forma m�s prometedora para reunir a toda la f�sica, ya que los cient�ficos han estado tratando de hacer esto desde las fallidas teor�as de los campos unificados de Einstein hace ocho d�cadas. � Hasta que reconozcamos el papel fundamental de la biolog�a, nuestros intentos por unificar realmente el universo seguir�n siendo un tren hacia ninguna parte. � � � |
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