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20 Octubre 2015�
traducci�n de
Adela Kaufmann � � � � � � �
C�mo Inici� la Guerra contra la Naturaleza No puede haber m�s de cierta manera para diezmar la vida en la Tierra que a trav�s del acto de revertir la expansi�n natural de la naturaleza. � Sin embargo, eso es exactamente lo que ha ocurrido durante los �ltimos dos siglos, a trav�s de la incesante e implacable erradicaci�n de la biodiversidad de las granjas y forestal, en una obsesionada b�squeda de una visi�n de t�nel de especializaci�n�y�ganancias. � Mire el mercado de alimentos frescos:
Mientras que, hace menos de cien a�os, el cultivo de alimentos altamente localizado ofrec�a una gama mucho m�s amplia de frutas y verduras; y hoy, a pesar de que los supermercados se jactan de pol�ticas globales de abastecimiento de alimentos que est�n supuestos a ofrecer, la opci�n casi ilimitada. � Lo mismo ocurre con las razas de ganado vacuno, cerdos, ovejas y gallinas. Una vez hubo diversas razas, pero ahora se han reducido a unas pocas l�neas bien conocidas, debido a la voraz demanda de las super-tiendas de 'conformaci�n perfecta', estandarizaci�n y el aumento de esterilizaci�n de los medios de producci�n. � Es casi imposible comprender los niveles de destrucci�n que han acompa�ado esta marcha implacable del "progreso". � Y esto es lo que todav�a es considerado hoy en d�a, por los especialistas cient�ficos y agroqu�micos que se alimentan a trav�s de sus sue�os apocal�pticos de modificado gen�tico, s�per cultivos sofocados por plaguicidas para los funcionarios del gobierno y los barones de cebada que se confabulan para mantener la industria agr�cola en su camino hacia el Armaged�n. � � � � As� que, �d�nde empez� todo? � Es seguro decir que el comienzo de una revoluci�n industrial en las islas brit�nicas alrededor de 1750 jug� un papel fundamental en la puesta en marcha, por primera vez de la producci�n de alimentos como una "mercanc�a". � Un sector importante con alcance global y un gran mercado de exportaci�n de ingresos.�Hasta este punto, la agricultura era en gran parte, un asunto de familia, en la que la primera prioridad era la de alimentar a la familia y s�lo entonces era todo excedente llevado al mercado. � La demanda voraz del revoluci�n industrial de materias primas puso en marcha la primera fase de un ecocidio de trituraci�n que ahora se ha convertido en el destructor n�mero uno destructor de la flora y fauna en todo el mundo, negando a la mayor parte de la humanidad la oportunidad de nutrirse y auto-sanarse de forma gratuita. � Con el inicio del proceso de la industrializaci�n lleg� una nueva forma de pensar.�Una que vio�la diversidad�como "competencia" y�la naturaleza�como algo 'a ser conquistado'. � De repente, miles, si es que no millones, de a�os de expansi�n de diversidad biol�gica evolutiva se estancaron y luego fue revertida.�El cuerno de la abundancia siempre cambiante del campo qued� relegado a un tel�n de fondo y patio de juegos para los que iban a hacer fortuna a su costa. � En el Reino Unido, esto coincidi� con la apropiaci�n de tierras poco auspicioso conocido como "los recintos", que en un per�odo de unos ciento cincuenta a�os, lograron expulsar ignominiosamente a los campesinos ind�genas de la tierra;�sustituy�ndolos por agricultores "terratenientes" y orientados a las ciencias agro-industriales que favorecen el desarrollo de cultivos de mayor rendimiento, animales m�s carnosos y el enfoque especializado del laboratorio cient�fico. � Esto llev� a sembrar 'hibridaci�n' en un desenfreno por rendimientos m�ximos que eclips� las preocupaciones m�s amplias de la ecolog�a y la biodiversidad,�esenciales en el mantenimiento del equilibrio general y el equilibrio de la naturaleza. � La tutela de la tierra fue de este modo terminal, fue alejada de aquellos que entend�an mejor sus secretos y depend�an de ellos para su alimentaci�n diaria.�Un creciente sentimiento de alienaci�n entre el hombre y la naturaleza se arraig�, acompa�ado por la r�pida aceleraci�n de un proceso de regresi�n biol�gica generalizada. � Tr�gicamente, este modelo de agricultura reduccionista se ampli� a las zonas del mundo que nunca hab�an tenido una revoluci�n industrial. � Un modelo que, al d�a de hoy, sigue siendo aclamado por sus partidarios como la forma m�s "eficiente" de suministrar los alimentos producidos en masa a una poblaci�n mundial en expansi�n.�Un sistema que relega al agricultor al segundo lugar y con orgullo promueve la granja mecanizada y tecnol�gicamente dependiente y la bolsa de fertilizante de nitrato sint�tico, como salvadores de la humanidad. � Una granja adaptada a una f�rmula farmac�utica para la propagaci�n m�xima de cultivos y semillas de laboratorio hibridadas present� un paquete seductor para la nueva generaci�n de agricultores generada por este nuevo mundo. � Despu�s de todo, les est�n ofreciendo un paquete de semillas y qu�micos donde uno casi podr�a invalidar las variedad de la naturaleza y producir cultivos reglamentados de manera uniforme y animales a una f�rmula pre-planeada. � � � � � � �Pero a qu� costo? � La hibridaci�n y la comercializaci�n de semillas que se puso en marcha en 1850, s�lo pod�a ser ejecutado de acuerdo a las promesas de sus creadores de laboratorio, cuando eran acompa�ados de una aplicaci�n precisa de nitrato sint�tico;�un producto fabricado mediante la extracci�n de nitr�geno de la atm�sfera, usando petr�leo como combustible principal para la activaci�n de este proceso. � Sustituy� constantemente el nitr�geno gratuito proporcionado por tales cultivos como los guisantes y las habas que se hab�an formado antes de la fundaci�n de las pr�cticas agr�colas de rotaci�n de cultivos. � El nitrato sint�tico estimula el cultivo de la misma manera como nosotros somos estimulados por una dosis de az�car blanco.�La resultante 'captaci�n de lujo' entra directamente a la ra�z de la planta haci�ndola adquirir su sustento directamente de una fuente artificial y pasando por alto la necesidad de recurrir a la mezcla mineral com�n a todos los suelos naturalmente f�rtiles. � Como resultado, el ADN de la celulosa del tallo de la planta se debilita haciendo a la planta particularmente susceptible a los ataques de plagas y enfermedades. � Debido a esta anomal�a, los t�cnicos de laboratorio capacitados del gobierno y la industria, durante el siglo pasado, han desarrollado y fabricado una amplia gama de sint�ticos, sustancias t�xicas capaces de matar las plagas, hongos y las malas hierbas que de otro modo han devastado sus debilitados por el nitrato monocultivos. � La industria combinada agroqu�mica/farmac�utica que est� detr�s de los millones de toneladas de aerosoles t�xicos que a�n azotan nuestros campos ha crecido hasta convertirse en una potencia transnacional masiva que se ha fusionado con los fabricantes de semillas h�bridas modificadas gen�ticamente para tomar un poder de control sobre las operaciones de alimentos y la agricultura en todo el mundo. � D�cada tras d�cada, esta c�bala suicida est� barriendo a toda, menos la flora nativa m�s resistente, retrasando la estabilidad ecol�gica del planeta por cientos, si no miles de a�os. � A pesar de la llegada de la agricultura org�nica y la (en peligro) existencia de explotaciones agr�colas y ganaderas mixtas que utilizan pocos productos qu�micos, alrededor del 90% de la tierra cultivable post-industrial sigue siendo el campo de batalla de una guerra que emplea un vasto arsenal de armas t�xicas de destrucci�n masiva. � Una guerra encabezada por nombres como, ... por citar s�lo algunos. � Hoy, un t�pico agricultor de cultivo comercial tiene una selecci�n de aproximadamente tres mil mezclas qu�micas para elegir en la planificaci�n de su r�gimen anual de protecci�n de cultivos. � Cada uno de ellos tiene un efecto directo y perjudicial en suelo de las tierras de cultivo, los insectos y la flora - pero tambi�n m�s all� de la granja - en el aire que respiramos, as� como los r�os, arroyos y los mares en los que estos hidrocarburos sint�ticos microsc�picos se abren paso. � No dudemos en afirmar que se trata de una actividad criminal muy por encima de los actos espor�dicos del llamado "terrorismo" contra el que somos constantemente advertidos a estar en guardia.�De hecho pudimos, y creo que deber�amos haber puesto resistencia en esta guerra b�rbara contra la naturaleza como�un supremo acto de�terrorismo, porque va directo al coraz�n de todas las formas de vida sensibles en un acto indiscriminado de destrucci�n que f�cilmente se puede comparar al acto de hacer la guerra. � De hecho, como para hacer el punto, dos pesticidas y nitratos de la Segunda Guerra Mundial se derivaron directamente de los gases nerviosos y excedentes de municiones explosivas de la exigencia militar de la �poca. � Supervisando la continuaci�n de este "teatro de guerra" y fomentando su mayor expansi�n, est�n las agencias corporativas respaldadas que�presionan a los gobiernos nacionales a adoptar sus vengativas pol�ticas sin fronteras de ''libre comercio''. � La Organizaci�n Mundial del Comercio se sienta firmemente a la cabeza de esta tabla, exponiendo las reglas del comercio mundial y empujando sus ambiciones en los comit�s parlamentarios en gran medida sin resistencia de los gobiernos de todo el mundo. � Los Estados Unidos, la Uni�n Europea y los varios otros bloques comerciales�democr�ticos cuasi�, simplemente refuerzan esta�agenda globalista�y se encuentran entre los principales protagonistas de una dictadura corporativa que amenaza con abrumar a todo lo que trata de ir en otra direcci�n. � Es nuestra responsabilidad especial reconocer esto y hacer frente al desaf�o que presenta. � Vivimos en un planeta cuya capacidad de gloriosa resistencia gloriosa es manifiesta d�a a d�a, a pesar de todo lo que se produce en ella.�Este mundo es nuestro jard�n y s�lo nosotros podemos garantizar que se nutra de nuevo en un ambiente digno de ese nombre. � Por lo tanto, detener la marcha del ecocidio es la mayor contribuci�n que podemos hacer a la vida en la Tierra.�Es una acci�n que nace del honor para la fuente de la vida misma - y no puede haber ning�n incentivo mayor que el de levantarse y ponerse en marcha - y no descansar hasta que est� hecho el trabajo. � Como agricultor org�nico y activista medioambiental, he sido parte de la resistencia a esta "guerra contra la naturaleza" durante la mayor parte de mi vida laboral, a menudo en la primera l�nea. � A lo largo de este tiempo he sido testigo, tanto en mi granja como en los patrimonios de toda Europa y m�s all�, las pr�cticas ecol�gicas y respetuosas del medio ambiente de manejo del suelo demuestran, sin lugar a dudas, de que grandes cantidades de alimentos altamente nutritivos pueden ser cultivados y distribuidos sin declarar la guerra a la naturaleza . � Ahora tenemos la tarea de usar estas plantillas para provocar una revoluci�n en el manejo planetario. � Una revoluci�n que invierta todos los actos continuos de ecocidio y rejuvenezca, nutra y sostenga nuestro hogar �nico para las generaciones venideras. � � � |
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