por�Gary 'Z' McGee�
12 Abril 2015

del sitio Web�FractalEnlightenment

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles

Gary 'Z' McGee, un ex-especialista de Inteligencia de la Armada convertido en fil�sofo, es el autor de 'Birthday Suit of God' y 'The Looking Glass Man'.�Sus obras se inspiran en los grandes fil�sofos de los siglos y su despierta y amplia visi�n del mundo moderno.


"Tratar de definirse a s� mismo

es como tratar de morder sus propios dientes ".

Alan Watts

Mi consejo aqu�, en el comienzo de este art�culo sobre el yo, es tomar menos en consideraci�n�el dictamen de Descartes��cogito ergo sum� (pienso, luego existo) y tomar m�s en consideraci�n el dictamen�dubito ergo sum� (lo dudo, por lo tanto Yo Soy).

Todo lo que estamos haciendo en nuestra b�squeda de conocimiento superior, de la iluminaci�n, de la comprensi�n de uno mismo, es expandiendo el horizonte de lo de todos modos desconocido.�Estamos meramente elev�ndonos a un nivel "superior" de no saber, a un nivel m�s erudito de ignorancia.

Cuanto m�s sabemos, m�s nos damos cuenta de�lo mucho que no sabemos.

Pero ni siquiera esa declaraci�n llega al centro del problema, porque el lenguaje es una herramienta exasperadamente imperfecta.�Lo que pasa es que es la �nica herramienta que tenemos para comunicar nuestro sentido de nosotros mismos a los dem�s (a diferencia del m�s alusivo "lenguaje m�s antiguo que las palabras").

As�, la duda saludable parece ser el camino m�s razonable a seguir, especialmente en lo que se refiere a cualquier cosa que tenga que ver con el concepto del ante-todo- precioso-concepto-del 'YO'.

El problema del 'uno mismo' es fascinantemente complejo.�En alg�n lugar entre "Yo Dudo" y "Yo soy" hay un enorme abismo.�Este abismo es infinitamente profundo e infinitamente amplio, y sin embargo, al igual que con la paradoja de Zen�n, podemos saltar tan f�cilmente de "Yo dudo" a "Yo soy" y viceversa, como si la distancia fuera nula.

La ilusi�n es que no hay distancia, ning�n hueco, ning�n abismo, pero definitivamente lo hay.

Es a lo que�Slavoj Zizek�se refiere como el Paralaje Vac�o:

El aparente desplazamiento de un objeto/concepto, causado por un cambio en la posici�n de observaci�n.

El cual se divide en tres modos principales de paralaje:

  • el paralaje ontol�gico,e a paralaje �ltimo que condiciona nuestro propio acceso a la realidad

  • el paralaje cient�fico, la brecha irreductible entre la experiencia fenom�nica de la realidad y su explicaci�n cient�fica

  • el paralaje pol�tico, el antagonismo social que no admite un terreno com�n

No voy a profundizar demasiado en estos complejos conceptos, excepto para decir que la brecha de paralaje ontol�gica, cient�fica y pol�tica es el enorme abismo entre "Yo dudo" y "Yo soy".

Todo lo que tenemos que hacer es ser mejores navegando este vac�o construyendo puentes de comunicaci�n m�s s�lidos.�Es m�s f�cil decirlo que hacerlo.

Aqu� est� la cosa:

la evoluci�n humana ha dado lugar a un cerebro modular, donde han co-evolucionado una profunda colecci�n de Yos para crear una especie de centro de resoluci�n de conflictos que llamamos�El Yo.

Tenemos una multitud de capas evolutivas superpuestas en nuestro cr�neo, como una cebolla gigante.�Cada capa tiene una importancia evolutiva de la cual apenas estamos empezando a ara�ar la superficie.

Pero s� sabemos que cada m�dulo, cada parte de este infinitamente fascinante �rgano, es un pre-requisito para que estemos aqu�.

Cada m�dulo, ya sea obsoleto o no (y algunos lo son), es necesario para que exista tal cosa como el�homo sapiens sapiens: un animal epifen�meno que tiene la capacidad de vivir una vida examinada.�Algo tiene que dar el salto sobre el abismo.

Algo tiene que "hacer" el olor/sentir/ver/o�r/Degustaci�n/imaginaci�n.

Como�Julian Baggini�escribi�,

"'Yo' es un verbo ataviado como un sustantivo."

Algo tiene que ser (verbo) el ser (sustantivo) ataviado/siendo (verbo) �l mismo (sustantivo).

Algo tiene que ponerlo todo junto y decir:

"Este soy yo."

Y ese algo es el arbitrario Ser.

Pero ese algo es tambi�n una ilusi�n, que es una p�ldora dif�cil de tragar para una criatura que pone casi todo su valor en al yo.

Nuestra percepci�n del yo es mucho de una construcci�n de una construcci�n, ya que es una abstracci�n de una abstracci�n.�Y eso est� bien.

Como�Henry Miller�memorablemente lo puso,

"Es casi trivial decirlo, sin embargo, hay que subrayar continuamente: todo es creaci�n, todo es cambio, todo es flujo, todo es metamorfosis."

Hemos evolucionado de esta manera por una raz�n: hasta el momento ha funcionado.

Percibimos el yo de la manera en que lo hacemos porque nuestra evoluci�n requiere un "aspecto" que fue capaz de poner todo el paquete psico-fisiol�gico de la carne-esp�ritu junto en un todo �nico, en una especie de director ejecutivo de�Mente Cuerpo y Alma S.A.

Y como la mayor�a de los directores generales, el yo tiene una tendencia a tomar todo el cr�dito de la multifac�tica corporaci�n.

Pero el yo no es una cosa sola.�No es una esencia, sino un proceso.�Es el efecto secundario de un organismo que ha pasado por los movimientos de la evoluci�n.�

El sentido de la individualidad que surge de este proceso es, la ilusi�n, pero es una ilusi�n muy eficaz.�Cuando nos miramos en el espejo, nosotros percibimos un �nico organismo, que perpet�a la ilusi�n.

Perceptualmente somos una sola entidad, pero en realidad somos varias.�Somos multifac�ticos, con una pl�tora de m�scaras. Esta unidad psico-fisiol�gica de experiencia es quien somos.�

Pero esa experiencia es siempre en plena mutaci�n, si somos conscientes de ello o no.�Cuanto m�s abrazamos este cambio, m�s ciclos hacemos y nos reciclamos a trav�s de nuestras muchas m�scaras, tendiendo a ser m�s saludables y m�s valientes con nuestra propia vulnerabilidad.

El cambio alternativo, resistente, s�lo conduce a promover la ilusi�n del yo fijo y perpet�a la ilusi�n de invulnerabilidad y falsa seguridad.

Como dijo�Peter Matthiessen,

"La armadura del 'YO' se empieza a formar, la desesperada construcci�n y afirmaci�n de identidad separada, la soledad: El hombre se ha cerrado a s� mismo, hasta llegar a ver todas las cosas a trav�s de las estrechas grietas de su caverna."

Trascendemos la "caverna" d�ndonos cuenta y aceptando el hecho de que el yo es una ilusi�n y en constante flujo, estando bien con la inevitabilidad del cambio.

Definirnos a nosotros mismos puede ser como morder nuestros propios dientes, pero es mejor que la alternativa:

No tener sentido de s� mismo en absoluto.�

Tener un sentido de s� mismo, ya sea ilusorio o no, es de gran utilidad.�

Sin el sentido de uno mismo f�cilmente nos encasillamos.�

Llegamos a ser demasiado maleables y f�cilmente persuadibles por cualquier charlat�n, cualquier estafador o vendedor fraudulento.

Con un sentido de uno mismo, sin embargo, somos m�s capaces de adaptarnos y superar a cualquier situaci�n que se presenta.

Sin un sentido de s� mismo, nosotros somos nuestros supuestos acondicionados (o caemos v�ctimas de las condiciones de otros).�

Con un sentido del yo, somos capaces de cuestionar nuestros supuestos, as� como los supuestos de otros. Nos damos cuenta de que nuestros supuestos no siempre fueron supuestos.�

Ellos se acondicionaron en nosotros.�Ellos precedieron nuestro pre-acondicionamiento.

Con un gran sentido del yo llegamos a ser capaces de cuestionar nuestros supuestos sobre la forma en que funciona el mundo, as� como la forma en que funciona el YO.

Justin Bowerm,�'En el Elusivo YO' escribi�,

"De la misma manera que un f�sico no puede percibir tanto el impulso y la ubicaci�n de un electr�n en el espacio, una persona no puede percibir la multiplicidad y la continuidad del si mismo.

El concepto de "yo" es dif�cil de alcanzar.�Cualquier intento de percibirlo como una "cosa en s�", es como tratar de comer nuestra propia cara.

Del mismo modo, el concepto del "ahora", al igual que el concepto de "yo", no puede ser localizador en el tiempo, pues en cuanto se declara un "ahora", el momento ya se ha convertido en el pasado.�Tan pronto como se declara "Yo soy yo", el momento ha pasado y el yo ha cambiado.

No s�lo somos criaturas del YO en un momento dado, somos Viajeros del YO eclipsando todos los 'ahoras'.�Del mismo modo que no puede haber un "ahora", no puede haber nunca un "yo".

Y sin embargo, parad�jicamente, perceptivamente, siempre hay un ahora y siempre hay un Ser ".

De hecho, la paradoja no es que somos parte de un cosmos interdependiente.

La paradoja es nuestra percepci�n de ser independientes de ese cosmos interdependiente.�Y sin embargo, aqu� estamos: independientes, al menos perceptualmente.�Y eso debe estar bien.�La hipocres�a, la falibilidad, los errores, y/o el falso sentido de 'lo que sea' que inevitablemente viene de tal parad�jica disposici�n tambi�n debe estar bien, porque esta es precisamente nuestra suerte.

La Criatura Contradictoria es tanto qui�n somos y qu� somos.�S�lo necesitamos encontrar formas m�s saludables y mejores de serlo.

Una tarea arduamente herc�lea, si alguna vez hubo una, pero una tarea que debemos ser capaces de abrazar para convertirnos en versiones m�s saludables de nosotros mismos.

Como dijo�Alan Watts,

"El cerebro consciente de s� mismo, como el coraz�n consciente de s� mismo es un trastorno, y se manifiesta en la sensaci�n aguda de la separaci�n entre" yo y mi experiencia.

El cerebro s�lo puede asumir su comportamiento adecuado cuando la conciencia est� haciendo aquello que est� dise�ado a hacer: no retorci�ndose ni girando para salir de la actual experiencia, pero siendo consciente de ello sin ning�n esfuerzo".

La m�xima de los fil�sofos, "con�cete a ti mismo" pudiera ser imposible, pero es imposible de la misma manera en que la iluminaci�n es imposible.

No debemos descuidar ni nuestra b�squeda de iluminaci�n ni la b�squeda de conocernos a nosotros mismos.�En cambio, deber�amos esforzarnos hacia ambos, mientras permitimos que el viaje sea la b�squeda misma.�

El primer paso hacia el conocimiento de nuestro verdadero yo es cuestionando el YO acondicionado y luego convirti�ndonos en nuestro propio yo.

Mientras podemos evitar ser lo que�F.S. Michaels�llama "un YO listo-para-portar", o un YO acondicionado, somos libres para continuar con nuestra propia evoluci�n de una manera m�s saludable.

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Somos libres de convertirnos - a trav�s de la auto-superaci�n constante - en nuestro yo m�s aut�ntico.

Y aunque, como�Bruno Borges�lo articula,

"El YO es m�s distante que cualquier estrella",

�nos volvemos m�s nosotros mismos al darnos cuenta de que somos dos estrellas tanto interdependientes como intermitentes individuos-humanos.

De hecho, s�lo hay una cosa m�s r�pida que la velocidad de la luz:

El pensamiento humano, e incluso de forma m�s sucinta - la imaginaci�n humana.