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del Sitio Web LaBrujulaVerde
� Fiesta del Inti Raymi en Cuzco Foto: Illapa Culturas Andinas �
los historiadores dan por concluido el proceso de conquista, lo que no quiere decir que los espa�oles no tuvieran que sufrir a�n un buen pu�ado de rebeliones ind�genas. �
Aunque en un primer
momento Pizarro se hizo f�cilmente con el control del Per� mediante
la captura de Atahualpa en Cajamarca, con la que descabez� la r�gida
estructura jer�rquica del Tahuantinsuyo, ello no signific� en
absoluto que el pa�s pudiera darse por dominado.
...presentaron seria
resistencia e incluso el gobernante t�tere nombrado por los
espa�oles, Manco Inca, termin� sublev�ndose y estuvo a punto
de reconquistar Cuzco antes de tener que retirarse y ocultarse en
Vilcabamba. � Manco Inca hab�a muerto en 1545 pero sus descendientes recogieron el testigo:
A partir de ah� la situaci�n se relaj� un poco, como dec�amos antes, pero a�n habr�a varias insurrecciones m�s, por lo que es interesante echar un vistazo al citado Taki Ongoy. � Se trata de una expresi�n quechua (Taki Unquy, en original) que significa algo as� como canto de las estrellas (taki=canto, ruido, sonido; ongoy= constelaci�n, estrellas), en alusi�n a los c�nticos y danzas rituales que practicaban los indios pose�dos por los dioses antiguos, que estaban enfadados por la suplantaci�n cristiana y que exig�an la vuelta al culto previo y la restauraci�n del viejo imperio inca para iniciar un nuevo ciclo cronol�gico. � Hasta entonces hab�an pasado cuatro de mil a�os cada uno, terminados respectivamente con grandes cat�strofes, la �ltima de las cuales fue la p�rdida del Tahuantinsuyo a manos del invasor. � Llegaba el momento de iniciar otro y retornar a las costumbres tradicionales, por lo que quien no colaborase se convertir�a en llama o peor a�n, acabar�a maldito, caminando con la cabeza debajo y los pies arriba. � � (Poma de Ayala)
Imagen:
dominio p�blico en Wikimedia Commons
� Una huaca era una manifestaci�n sagrada proyectada sobre cualquier cosa, fuera �sta un lugar, un objeto, un cuerpo celeste o incluso un animal, si bien hoy designan fundamentalmente a templos y rincones de culto. � Pero el Tanki Ongoy aportaba una novedad en ese sentido, pues las huacas se encarnar�an en los cuerpos de los insurrectos, dot�ndolos de esp�ritu divino, que se manifestaba en la posesi�n o trance en el que entraban con las pinturas corporales, la m�sica y el baile ceremoniales. � El responsable de la creaci�n del movimiento fue un ind�gena llamado Juan Chocne, un visionario que difundi� personalmente su enso�aci�n predicando de forma ambulante junto a dos mujeres que se hac�an llamar Santa Mar�a y Mar�a Magdalena. � La aparici�n de un profeta que vaticina un cambio de era, animando a rebelarse contra el poder y prometiendo la invulnerabilidad de los guerreros forma parte de la parafernalia habitual de este tipo de situaciones y hay numerosos ejemplos en la Historia, como el hermano de Tecumseh intentando unir a todas las tribus contra los blancos o la hechicera Nehanda en el levantamiento de los shona africanos, por citar un par de�ejemplos.� � �
� � En cualquier caso, si bien Chocne no incitaba a tomar las armas y su mensaje era fundamentalmente religioso (los dioses se encargar�an de resolver las cosas), dio m�s base a la rebeli�n ya mencionada de Titu Cusi Yupanqui, que se autoproclam� Sapa Inca y lanz� ataques espor�dicos y sorpresivos contra pueblos, ciudades, haciendas y caminos, obteniendo un rico bot�n. � Pero el gobernador Lope Garc�a de Castro lleg� a un acuerdo de paz plasmado en 1566 en el Tratado de Acobamba, por el que Yupanqui aceptaba ser bautizado y admit�a la presencia de misioneros y un corregidor en Vilcabamba a cambio de vastas propiedades inmuebles, una importante renta anual, una encomienda sobre los indios a su cargo y un matrimonio�de�alcurnia. � T�pac Amaru I quiso vengar su presunto asesinato (en realidad parece que muri� de pulmon�a pero se acus� a los religiosos de envenenarlo) rompiendo el tratado pero Chocne falleci� tambi�n en 1570 y el virrey Francisco de Toledo envi� una expedici�n al mando de Mart�n Hurtado de Arbieto que, tras tomar Vilcabamba y apresar al inca, lo llev� a Cuzco para su ejecuci�n y posterior descuartizamiento�preceptivo. � Paralelamente, la resistencia espiritual fue vencida a lo largo de aquellos dos a�os por el visitador eclesi�stico, Crist�bal de Albornoz (entre cuyos ayudantes figur� el c�lebre cronista ind�gena Felipe Huam�n Poma de Ayala), que oblig� a los participantes en el movimiento a abjurar p�blicamente, multando a los curacas que colaboraron y enclaustrando a las mujeres�en�conventos. � No obstante, el mesianismo perdur� en el recuerdo y quedar�a subrayado posteriormente, hacia el siglo XVIII, con la aparici�n de un curioso personaje folkl�rico llamado Inkarri (nombre resultante de contraer las palabras inca y rey), del que hay diversas versiones debido a que pervivi� exclusivamente por tradici�n oral, que sintetizaba en una misma figura al enga�ado Atahualpa, al martirizado T�pac Amaru II y a las divinidades andinas�prehispanas.� � Hoy es un mito popular limitado a fiestas y arte, especialmente en las regiones de Ayacucho, Huancavelica y Apur�mac, siendo su manifestaci�n m�s t�pica la Danza de las Tijeras, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad�desde�2010. � � � � Fuentes
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