por Jorge Alvarez
13 Enero 2017

del Sitio Web LaBrujulaVerde



Fiesta del Inti Raymi en Cuzco

Foto: Illapa Culturas Andinas



1572 es el a�o en que

los historiadores dan por concluido

el proceso de conquista,

lo que no quiere decir que los espa�oles

no tuvieran que sufrir a�n

un buen pu�ado de rebeliones ind�genas.



En general, la chispa que las provocaba era alg�n tipo de abuso del que se presentaba la correspondiente queja a las autoridades sin que �stas atendieran la cuesti�n, opt�ndose por echarse al monte reivindicando el rom�ntico pasado perdido.

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX los historiadores peruanos especializados en el tema recuperaron de cierto pseudo-olvido un movimiento que, aunando factores culturales y religiosos, serv�a de poso espiritual para asentar y explicar esa sucesi�n de insurrecciones m�s all� de las causas inmediatas:

el Taki Ongoy.

Aunque en un primer momento Pizarro se hizo f�cilmente con el control del Per� mediante la captura de Atahualpa en Cajamarca, con la que descabez� la r�gida estructura jer�rquica del Tahuantinsuyo, ello no signific� en absoluto que el pa�s pudiera darse por dominado.

Ni siquiera la ejecuci�n del Sapa Inca favoreci� un punto final, ya que algunos de sus generales, como,

  • Quisquis

  • Calcuchimac

  • Rumi�ahui,

...presentaron seria resistencia e incluso el gobernante t�tere nombrado por los espa�oles, Manco Inca, termin� sublev�ndose y estuvo a punto de reconquistar Cuzco antes de tener que retirarse y ocultarse en Vilcabamba.

Durante los a�os siguientes todo qued� relegado a un segundo plano ante las guerras civiles que enfrentaron a la Corona con los encomenderos por la aplicaci�n de las Leyes Nuevas, pero a su t�rmino, en 1554, a�n quedaban algunos flecos pendientes para que aquel territorio pudiera desarrollar cierta estabilidad.

Manco Inca hab�a muerto en 1545 pero sus descendientes recogieron el testigo:

primero su hijo Sayri T�pac, que recurri� a emboscadas ocasionales pero que al final termin� acordando la paz y convirti�ndose al cristianismo.

Luego el v�stago de �ste, Titu Cusi Yupanqui, que sigui� una senda parecida.

Finalmente su hermano T�pac Amaru I, que volvi� a proclamar el Tahuantinsuyo (el imperio inca) sumiendo al pa�s en un nuevo estado de guerra hasta ser derrotado y ejecutado en 1572.

A partir de ah� la situaci�n se relaj� un poco, como dec�amos antes, pero a�n habr�a varias insurrecciones m�s, por lo que es interesante echar un vistazo al citado Taki Ongoy.

Se trata de una expresi�n quechua (Taki Unquy, en original) que significa algo as� como canto de las estrellas (taki=canto, ruido, sonido; ongoy= constelaci�n, estrellas), en alusi�n a los c�nticos y danzas rituales que practicaban los indios pose�dos por los dioses antiguos, que estaban enfadados por la suplantaci�n cristiana y que exig�an la vuelta al culto previo y la restauraci�n del viejo imperio inca para iniciar un nuevo ciclo cronol�gico.

Hasta entonces hab�an pasado cuatro de mil a�os cada uno, terminados respectivamente con grandes cat�strofes, la �ltima de las cuales fue la p�rdida del Tahuantinsuyo a manos del invasor.

Llegaba el momento de iniciar otro y retornar a las costumbres tradicionales, por lo que quien no colaborase se convertir�a en llama o peor a�n, acabar�a maldito, caminando con la cabeza debajo y los pies arriba.


Ejecuci�n de T�pac Amaru

(Poma de Ayala)

Imagen: dominio p�blico en Wikimedia Commons


El Tanki Ongoy naci� hacia 1560 en Huamanga (Ayacucho), una localidad andina que la mitolog�a identificaba con el lugar donde Viracocha habr�a descansado dando de comer a un halc�n (la etimolog�a del nombre ser�a Guaman ka, o sea, �Toma, halc�n�) y que hist�ricamente fue sucesivamente ocupada por varios pueblos diferentes, desde los huarpa originales a los incas, pasando por los wari, pocras, chancas y muchos m�s.

Desde all�, el movimiento fue saltando de ciudad en ciudad, de aldea en aldea, dotando de una inspiraci�n mesi�nica com�n a quienes se fueron levantando en armas contra los espa�oles en repetidas intentonas, en lo que se ha dado en conocer como la Rebeli�n de las Huacas.

Una huaca era una manifestaci�n sagrada proyectada sobre cualquier cosa, fuera �sta un lugar, un objeto, un cuerpo celeste o incluso un animal, si bien hoy designan fundamentalmente a templos y rincones de culto.

Pero el Tanki Ongoy aportaba una novedad en ese sentido, pues las huacas se encarnar�an en los cuerpos de los insurrectos, dot�ndolos de esp�ritu divino, que se manifestaba en la posesi�n o trance en el que entraban con las pinturas corporales, la m�sica y el baile ceremoniales.

El responsable de la creaci�n del movimiento fue un ind�gena llamado Juan Chocne, un visionario que difundi� personalmente su enso�aci�n predicando de forma ambulante junto a dos mujeres que se hac�an llamar Santa Mar�a y Mar�a Magdalena.

La aparici�n de un profeta que vaticina un cambio de era, animando a rebelarse contra el poder y prometiendo la invulnerabilidad de los guerreros forma parte de la parafernalia habitual de este tipo de situaciones y hay numerosos ejemplos en la Historia, como el hermano de Tecumseh intentando unir a todas las tribus contra los blancos o la hechicera Nehanda en el levantamiento de los shona africanos, por citar un par de�ejemplos.�

Danza de las Tijeras

Foto: Gobierno Regional de Lima

En cualquier caso, si bien Chocne no incitaba a tomar las armas y su mensaje era fundamentalmente religioso (los dioses se encargar�an de resolver las cosas), dio m�s base a la rebeli�n ya mencionada de Titu Cusi Yupanqui, que se autoproclam� Sapa Inca y lanz� ataques espor�dicos y sorpresivos contra pueblos, ciudades, haciendas y caminos, obteniendo un rico bot�n.

Pero el gobernador Lope Garc�a de Castro lleg� a un acuerdo de paz plasmado en 1566 en el Tratado de Acobamba, por el que Yupanqui aceptaba ser bautizado y admit�a la presencia de misioneros y un corregidor en Vilcabamba a cambio de vastas propiedades inmuebles, una importante renta anual, una encomienda sobre los indios a su cargo y un matrimonio�de�alcurnia.

T�pac Amaru I quiso vengar su presunto asesinato (en realidad parece que muri� de pulmon�a pero se acus� a los religiosos de envenenarlo) rompiendo el tratado pero Chocne falleci� tambi�n en 1570 y el virrey Francisco de Toledo envi� una expedici�n al mando de Mart�n Hurtado de Arbieto que, tras tomar Vilcabamba y apresar al inca, lo llev� a Cuzco para su ejecuci�n y posterior descuartizamiento�preceptivo.

Paralelamente, la resistencia espiritual fue vencida a lo largo de aquellos dos a�os por el visitador eclesi�stico, Crist�bal de Albornoz (entre cuyos ayudantes figur� el c�lebre cronista ind�gena Felipe Huam�n Poma de Ayala), que oblig� a los participantes en el movimiento a abjurar p�blicamente, multando a los curacas que colaboraron y enclaustrando a las mujeres�en�conventos.

No obstante, el mesianismo perdur� en el recuerdo y quedar�a subrayado posteriormente, hacia el siglo XVIII, con la aparici�n de un curioso personaje folkl�rico llamado Inkarri (nombre resultante de contraer las palabras inca y rey), del que hay diversas versiones debido a que pervivi� exclusivamente por tradici�n oral, que sintetizaba en una misma figura al enga�ado Atahualpa, al martirizado T�pac Amaru II y a las divinidades andinas�prehispanas.�

Hoy es un mito popular limitado a fiestas y arte, especialmente en las regiones de Ayacucho, Huancavelica y Apur�mac, siendo su manifestaci�n m�s t�pica la Danza de las Tijeras, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad�desde�2010.

Fuentes