El túnel que no es túnel: atajo cósmico para los clics

Cesar Baima

Las noticias sobre astronomía y espacio suelen ser una buena manera de atraer al público a los editoriales científicos de la prensa general. La fascinación histórica del ser humano por el cielo y el Universo es una poderosa atracción que despierta el interés por descubrimientos de todo tipo. Pero los periodistas y los medios a menudo no consideran esto suficiente, especialmente en estos tiempos de economía de la atención y de lucha por los clics. Así, aparecen titulares exagerados y engañosos, como en el caso de supuestas «señales de vida en Venus«, o que el núcleo de la Tierra ha «dejado de girar«.

Y eso es lo que ocurrió recientemente con el anuncio del descubrimiento de un «túnel interestelar que sale de las afueras del Sistema Solar hacia la constelación Centauri, conocida por albergar el sistema estelar más cercano al nuestro, Alfa Centauri. De un término figurado para designar una asimetría en el gradiente de temperatura del medio interestelar en la llamada Burbuja Caliente Local -o simplemente Burbuja Local, la región de la Vía Láctea donde actualmente se ubica el Sistema Solar-, pronto se convertirá en el «túnel». tomó los contornos de la ciencia ficción en convocatorias de historias, sugiriendo una puerta de entrada a los viajes interestelares.

Con ello, el quizás prosaico descubrimiento -ya se conocía al menos otro «túnel» de este tipo en la Burbuja Local, en dirección a la constelación de Can Mayor, objeto de estudio publicado en 1991– se convirtió en un verdadero atajo cósmico para clics. Incluso el antiguo medio público británico BBC se embarcó en el viaje, primero con su servicio en español y luego en portugués, anunciando el hallazgo como un «sorprendente túnel interestelar» -y al mismo tiempo ignorando la detección previa de una estructura similar en la Burbuja Local.

Así, el contenido fue reproducido por otros importantes medios brasileños, como Folha y G1, o recibió su propia cobertura, ya sea a partir de noticias de la BBC o de material publicitario elaborado por el Instituto Max Planck de Física Extraterrestre, en Alemania, donde los científicos responsables trabajaron para el descubrimiento. Aunque también utiliza ocasionalmente el término “túnel”, el material institucional se muestra comedido en la práctica, evitando incluirlo en el título y manteniendo su carácter figurativo.

Algunos vehículos, sin embargo, iban en dirección diametralmente opuesta. En el caso de uno de ellos, en un vídeo informativo que circula por WhatsApp, el redactor – que no es periodista – hace un uso explícitamente engañoso del término «túnel», citando incluso la idea de una conexión con la «ciencia ficción», para atraer audiencia a su sitio web. Sin embargo, cualquiera que haga clic en el enlace del mensaje llega directamente a una página con un título ambiguo y el contenido oculto detrás de un paywall. Sintomáticamente, tampoco es el profesional del vídeo quien firma el material, sino un genérico «por editor».

Erosión de la confianza

Recientemente, el editor jefe de la Revista Questão de Ciência, Carlos Orsi, publicó una columna destacando que no todo tiene que ser noticia. Aunque se centró en los descubrimientos en el ámbito de la salud -a menudo aún incipientes, en fase de experimentación en laboratorio o en animales y, por tanto, aún lejos de traducirse siquiera en una esperanza de tratamiento para humanos-, la advertencia también puede servir para » «ciencias más duras», como en este caso la astrofísica.

Sobre todo porque hay varios aspectos del descubrimiento y su entorno que pueden ejercer la fascinación humana por el Universo sin recurrir a la ciencia ficción. Dado que la naturaleza de la Burbuja Local, más parecida a una “cavidad” de unos mil años luz de largo en el Brazo de Orión de nuestra galaxia, la Vía Láctea, se caracteriza por una densidad muy baja de gas (esencialmente hidrógeno neutro, con una concentración de alrededor de 0,05 átomos por cm3, o 50 átomos por litro) a alta temperatura (alrededor de 1 millón de grados Kelvin), pero no «quema» nada precisamente por la falta de contacto entre los átomos Para transferir esta energía, incluso cuando se identificó la estructura, los datos provienen de eRosita, el instrumento principal de un observatorio espacial de rayos X, construido en cooperación entre Rusia y Alemania, y lanzado en 2019 a unos 1,5 millones de kilómetros de distancia de la Tierra. el «punto Lagrange 2», una región del espacio más allá de la Luna en la que ésta se encuentra en una órbita relativamente estable alrededor del Sol en la que efectivamente permanece «alineada» con nuestro planeta, con la ventaja de escapar también a las interferencias del «brillo residual» en los rayos X emitidos por la llamada geocorona, resultado de la interacción de la capa más externa de la atmósfera terrestre, la exosfera, con la radiación solar.

Sin mencionar las implicaciones del hallazgo, como la evidencia de que la Burbuja Local y otras estructuras similares en nuestro vecindario galáctico fueron «excavadas» por una sucesión de explosiones de supernovas que iluminaron el cielo de la Tierra hace unas pocas decenas de millones de años, muy a menudo. poco tiempo en términos astronómicos, y que nuestro Sistema Solar recién comenzó a atravesar esta región del espacio hace 5 millones de años, siendo actualmente su posición aparentemente central en la cavidad no más que una coincidencia.

Embaucar al público con titulares engañosos sobre ciencia y anteponer la exageración a la relevancia puede generar clics en el corto plazo. Esta estrategia, sin embargo, corre el riesgo de erosionar la confianza y disipar la fascinación que tanto puede contribuir a la comunicación científica y la difusión de conocimientos con contenidos de calidad.

Cesar Baima

Cesar Baima es periodista y editor asistente de la Revista Questão de Ciência.


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