Del latín alium o allium, y este de etimología incierta. Algunos autores[2] lo emparentan con el griego antiguo ἀλλᾶς (allãs, "aliñado"), aunque parece más probable la relación con ἄγλις (áglis, "diente de ajo"), y esta a su vez del griego antiguo γέλγις por metátesis[3].[4] El intento de otros de identificar una raíz protocelta *al-, "picante", resulta menos convincente.
Entonces don Inocencio, sacristán de la iglesia, hacía tocar la campana a las dos o tres de la tarde; al oír la campana, don Braulio, según su humor, se quedaba callado, o si no, saltaba a la calle y echando ajos iba al corredor de la cárcel.Ángel Flores. Narrativa hispanoamericana, 1816-1981: La generación de 1940-1969. Página 233. Editorial: Siglo XXI. 1982. ISBN: 9789682310898.